Este libro es una biografía de la figura genial de esta científica y una descripción del tiempo y el ambiente en el que vivió.
Ofrecemos aquí los dos párrafos finales del primer capítulo del libro de
José Manuel Sánchez Ron que estudia la figura de
Marie Curie a la vez que el contexto en el que vivió. Para los que estén interesados en una primera aproximación a este libro y a su protagonista,
aquí lo dejamos.
"Él (Eugène Curie) es el compañero
de juegos, el maestro, mucho más que la madre, que está continuamente en el
laboratorio, del cual los niños oyen hablar sin interrupción, Ève es aún muy
pequeña como para intimar realmente con él, a pesar de lo cual es el amigo
incomparable de la mayor, esa niña tímida… A él no le basta con introducir a
Irène en la historia natural y en la botánica, con compartir con ella su
afición a Víctor Hugo, con escribirle durante las vacaciones atractivas cartas,
de lo más divertidas y llenas de ingenio; él es quien influye en la vida
intelectual de ella en forma decisiva. El equilibrio espiritual de la actual
Irène Joliot-Curie, su aversión a resignarse al pesar y al dolor, el sentido
asociado a las realidades de la vida, su propio anticlericalismo y sus
simpatías políticas las tomó directamente de su abuelo."
En el capítulo 4 volveremos a
encontrarnos con referencias a la influencia de Eugène, esta vez narradas por
Irène Curie.
Después de la muerte de Eugéne,
varias institutrices se ocuparon de Itène y Ève, pero a pesar de sus ocupaciones,
Marie se implicó muy directamente en la educación de sus hijas. De hecho, Irène
no fue a la escuela hasta la edad de 12 años. Durante los dos años precedentes,
cuando, como explicaré en el capítulo 4, vivían en Sceaux, estudió en una
original cooperativa educativa, establecida a instancias de Marie, junto
algunos amigos y colegas, que aportaron sus hijos. Marie curie enseñaba física,
Paul Langevin, matemáticas, Jean Perrin (1870-1942), química, Henri Mouton y el
escultor Magrou, ciencias naturales, dibujo y modelado, y las materias
literarias, las esposas de Perrin y Edouard Chavannes. El problema era que los
niños (un total de ocho o nueve) tenían que pasar bastante tiempo viajando,
puesto que tomaban las clases allí donde vivía el profesor. Y Langevin y
Chavannes vivían en Fontenay-aux-Roses, en la periferia del sur de París; las
clases de física las seguían unas veces en Sceaux y otras en laboratorios de la
Sorbona.
Después de esta experiencia,
Irène fue al colegio Sevigné, obteniendo el baccalauréat justo antes del inicio
de la Primera Guerra Mundial.